La increíble historia del Toyota Celica que le regalaron al Turco Asad en Japón y reapareció en la cancha de Vélez 30 años después

El célebre auto rojo que obtuvo como premio el delantero tras la victoria ante el Milan en la Copa Intercontinental de 1994 volvió a Liniers tras una búsqueda implacable de un periodista partidario
Sin embargo, la extensa búsqueda de Osvaldo dio resultados en agosto de 2024 al encontrar un modelo muy parecido en un portal de autos de la provincia de San Juan. “No me quería ilusionar demasiado porque no quería más resultados negativos ni otra amargura más. Vi las fotos del auto y estaba con un tono rojo ciruela. Me puse en contacto con el dueño y traté de ser lo más cauto posible y que no sospechara el por qué quería comprarlo. Le dije que era un enamorado de la marca y me respondió que le iba a preguntar a su padre, que solamente lo usaba para ir a los bailes los fines de semana. Accedieron a venderlo sin saber que tenían el auto del campeón”, rememoró.
“El auto se vendió en 9.500 dólares. Lo único es que en un principio el coche no estaba tan bien como a como aparecía en las fotos, pero estaba entero. Hay que entender que estaba en una quinta en San Juan, en en un campo que le da el sol permanente. Hubo que hacerle trabajos de pintura y tenía el parabrisas rayado. Contratamos un remolque porque no queríamos volver manejándolo y se vino para Buenos Aires a fines de septiembre”, siguió Rao.
Para el día del evento, el mítico Toyota, previamente restaurado en el taller de un fanático velezano, quedó estacionado en el sector que une la tribuna Popular Oeste con la Platea Norte cubierto para que nadie develara la sorpresa. Había una idea inicial para que sea el Turco Asad quien ingresara con el auto en el entretiempo, pero finalmente no se pudo por el campo de juego y el delantero que había marcado el 2-0 ante el Milan con un golazo, terminó recibiendo una réplica de la llave para recrear el momento vivido en Tokio, hace 30 años. La perlita es que el ex futbolista ni siquiera pudo subirse y menos manejar el coche que se había ganado.
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