Iconoclasia venezolana: derribando estatuas, demoliendo un mito
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Maduro habitualmente se define a sí mismo como “hijo de Chávez”, pues ha cometido un parricidio
Es que las estatuas son artefactos políticos. En autocracia, su destrucción es mucho más que vandalismo. Es un vehículo de resistencia a la opresión, un canal de expresión de la ira colectiva, una narración que desafía el dogma oficial. Implica terminar de derrocar al déspota y su sistema de representación en el imaginario social, no importa que ese derrocamiento ya haya ocurrido en los hechos y esté en el registro de la historia.
En muchas ciudades de Ucrania, inclusive, la destrucción de monumentos fue en su mayoría espontáneo. Por ejemplo, durante las protestas del Euromaidan en 2013, precipitadas por la decisión del gobierno de suspender un acuerdo de asociación con la Unión Europea. En Venezuela, la destrucción espontánea de estatuas es similar, una forma de post-chavismo autónomo de la sociedad civil, desde abajo.
En la Europa post-comunista, otras opciones han incluido relocalizar monumentos en museos al aire libre y parques a tal efecto; por ejemplo, el Grütas Park en Lituania, el Memento Park en Budapest y el cementerio de estatuas soviéticas en Tallin. Ello como testimonio de la historia porque el pasado no debe borrarse, sino reinterpretarse para darle sentido al futuro. Ya llegará ese momento en Venezuela, por ahora seguirán derribando estatuas de Chávez.En otro episodio de la tradicional iconoclasia venezolana, los cerros han vuelto a bajar; sólo que ahora es contra el fraude. El país ha mutado, de la revolución socialista-bolivariana de Hugo Chávez a otra utopía, la cívico-democrática de María Corina Machado. Los cacerolazos resuenan más alto en los barrios más humildes, allí donde la pobreza está bien por encima del 80 por ciento. Que los colectivos chavistas estén a los tiros patrullando Petare, el barrio más chavista que jamás existió, resume esta historia.
Maduro habitualmente se define a sí mismo como “hijo de Chávez”, pues ha cometido un parricidio. No importa si paga sus otros crímenes con cárcel, la culpa que sentirá por este crimen, y que le recriminarán los otros hijos de Chávez, será su condena de por vida.COMPARTIR:
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